Los contados jóvenes drogadictos que acudían a presenciar los encuentros de futbol no causaban problemas, pues los mismos jugadores los aplacaban y sabían respetar.
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Incluso hasta los mismos árbitros en un principio trataban de retirarlos, sin embargo, estos mismos prometían portarse bien, incluso se quedaban para estar a la espectativa si alguien deseaba agredir al silbante, los mismos drogadictos salían a defenderlos.
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Muchos casos de esta índole se presentaron durante sábados y domingos, cuando programaban los encuentros las ligas populares, que al paso del tiempo ya era común observarlos, sin temor a ser agredidos por éstos.
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Se convirtieron en guardianes del orden y también hay que decirlo, esos torneos fueron fructíferos para mantener controlado el vicio, incluso, gracias a las competencias, con el tiempo los jugadores se convirtieron en buenos amigos.
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En aquellos años se podía caminar tranquilamente por todos los barrios de la Indepe, sin importar la hora del día o de la noche, pues los jóvenes se conocían mediante el deporte, por lo que había respeto entre todos.
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Hoy en día, se le comenta a las nuevas generaciones y creen que son falsedades, dado que, sin importar la hora o el día, en cualquier lugar estas expuesto al asalto, a ver drogadictos, pleitos y hasta agresiones y todo solapado por las autoridades inconscientes.
