El piraterío de jugadores se hacía notorio y no había manera de detenerlo, incluso ni hasta ahora, ya que los jugadores que cambian de club deben tener autorización de los padres o tutores de los niños.
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Sin embargo, los adultos son fáciles de manipular, dado que los entrenadores buscan trofeos, tienen una buena labia para convencerlos, al presumir participar en torneos Estatales y Nacionales.
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Y como el niño cuenta con calidad, les auguran un buen porvenir, pero nafie los conocerá si no cambian de colores y se integran al de ellos, dado que al participar en eventos de relieve, son más fáciles de detectar por los buscadores de talento.
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Y como los papás ven en sus hijos el signo de pesos, pues de inmediato aceptan la oferta, dejando con un palmo de narices a los clubes y en especial a los entrenadores que le enseñaron los secretos del futbol.
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A través de varias décadas de convivir de cerca el futbol amateur, tanto en participación, como en estructura de organismos ha sido la misma tónica de los papás, quieren lograr que sus hijos lo que ellos no pudieron clarear en su oportunidad.
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Por ello hemos visto niños con madera que los sábados juegan con un club, los domingos en otro, incluso entre semana también defienden los colores de otro equipo.
