El Amateur
Un caso curioso sucedía en los campos del río, ya que de vez en vez aparecían algunos drogadictos, lo que causaba temor entre los jugadores y no se diga entre los árbitros.
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Por lo cual los jueces del futbol hablaban con el delegado del equipo con el que llegaban dichos elementos, para tratar de retirarlos y así evitar problemas que impidiera el buen desarrollo de los encuentros.
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Sin embargo, en una ocasión, dichos drogadictos le informaron al árbitro que no faltarían al respeto a los rivales, mucho menos a su persona y solamente animarían a sus favoritos.
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Aún y con dudas y algo de temor, medio aceptaba el juez, sin embargo, los mismos le mencionaban que ellos lo protegerían en caso de tener problemas con algún equipo.
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Y así sucedió en varias ocasiones, aquellos drogadictos se convirtieron en fieles animadores del juego, pero también realizaban su misión de “guardaespaldas” del árbitro.
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Dado que antes de iniciar los encuentros, advertían a los equipos que se pusieran a jugar y no faltarle al respeto al árbitro, porque ahí estaban ellos para meterlos en cintura.