Los mismos árbitros le pensaban cuando se enteraban que se habían rolado este tipo de encuentros, por lo cual se elegían a los más conocedores del reglamento.
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Aunque todos tenían la capacidad y el conocimiento para sancionar los duelos, la verdad es que para este tipo de confrontaciones, también se requería de experiencia y sobre todo valentía.
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A los silbantes que les tocaba sancionar estos duelos, lo primero que hacían era llamar a los jugadores de ambos cuadros al centro del terreno de juego, para hacerles ver que iban a disfrutar del encuentro.
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Se les pedía jugar limpio, porque el más mínimo esbozo de rudas acciones, no le pensarían dos veces para mostrar la tarjeta roja de la expulsión y a muchos les valía, pero a otros no tanto y terminaba en zafarrancho.
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Una ocasión el buen Manuel Ceja, quien llegó a pisar terreno profesional, le tocó trabajar el encuentro entre el Deportivo Colima en contra de Tabasco, dos barrios enemigos a morir.
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Sabía de la dificultad del encuentro, del riesgo latente en terminar en bronca general.
-o0o-Llamó a todos al centro del terreno de juego, sacó una tarjeta amarilla y la mostró a todos diciéndoles que estaban amonestados, por lo cual serían expulsados en la primer falta, lo que funcionó de maravillas, pues el encuentro terminó sin contratiempos.