Era la diversión de los pobres el río Santa Catarina, como solía decir el buen amigo, incansable promotor deportivo, el finado Rosalío Martínez, del Club Pedregal de Occidente.
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Pero como suele suceder, cuando los políticos meten su cuchara, se destruyen las buenas ideas y aquello quedó en nada, por la idea de permitir la creación del Parque Río y echar fuera a la gente pobre, esa que le ayudó a llegar a la curul máxima municipal.
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Para colmo, ese organismo miraba el deporte como el gran negocio, con el abuso en los cobros de participación en los torneos y ni siquiera se podía utilizar los espacios para llevar a cabo la clásica cascarita inter semanal.
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Borró la pulga del Papa, ciclo pista, incluso la alberca Independencia, que era la delicia de chicos y grandes, donde en época veraniega estaba atestada de gente disfrutando del chapuzón.
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Ahí mismo en la alberca Independencia estaba la escuela municipal de natación y fue escenario infinidad de veces de campeonatos estatales de la especialidad.
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Esa gigantesca labor social que se presentaba en el lecho del río Santa Catarina fue destruida por un alcalde que no midió el perjuicio que hacía a la clase trabajadora, quienes solamente se limitaban a exclamar; “nos quitaron la única diversión a los pobres!”.