Había llegado el huracán Gilberto con fuertes lluvias, torrenciales, a tal magnitud que no imaginabamos los destrozos que dejaba a su paso, por lo que hubimos de esperar hasta el otro día para checar las instalaciones del río.
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El panorama era devastador, las aguas del huracán corrían de lado a lado hasta el tope, por lo que nos trasladamos a las oficinas de la CNOP, con el fin de conocer y atestiguar los daños ocasionados por el meteoro.
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Estaban las aguas hasta el tope y de inmediato preguntamos por el velador de las oficinas, el esposo de la señora Kity, trabajadora de la CNOP, por fortuna había salvado su vida.
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Nos comentó que por la noche, cuando empezó a subir el nivel del agua y se metía por debajo de la puerta, tomó la mejor decisión, al salir del lecho del río y trasladarse al edificio que estaba cruzando la Av Morones Prieto.
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Pidió posada al velador de ese edificio y juntos observaban atónitos como aumentaba la bravura y el nivel del agua del huracán, el cual destruia todo a su paso, pero estaba feliz y agradecido con Dios “porque no me quedé dormido” decía con palabras entrecortadas.
-o0o-Cuando bajó el nivel del agua dos días después nos dimos cuenta del gran daño, el centro deportivo más grande del mundo había desaparecido, trayendo consternación, dolor y tristeza a todos los que formamos parte de esta gran construcción.