Desde el comienzo de los Juegos Olímpicos de París, el ambiente en las sedes olímpicas está en su apogeo. Durante un verano, la capital francesa se ha convertido en una ciudad despreocupada y llena de gente feliz, un hecho que ha sorprendido incluso a la prensa extranjera.
Es una sorpresa para muchos. El consenso general es que el ambiente de los Juegos de París es excepcional, tanto en las pruebas de tiro con arco como en las finales de natación. Y en las sedes olímpicas, el público francés acude en masa para apoyar con mucho ruido a sus atletas. Algo que no se debe únicamente a los cinco o seis “líderes de ambiente” especializados en cada deporte y cuya misión es animar las gradas.
“No he vivido nada igual en mi vida”
“Creo que por eso estoy aún más decepcionada. Quería darle a este gran público una bonita medalla de oro. Todos han venido a apoyarme, algunos desde muy lejos. Querían una medalla de oro en casa. Pero era un público increíble”, comentó la judoca Clarisse Agbénégnou, medallista de bronce.
El Arena La Défense de Nanterre, transformado en piscina olímpica para acoger las pruebas de natación, estuvo abarrotado durante toda la primera semana, y los aficionados franceses acudieron a apoyar a los nadadores franceses, lo que provocó la sorpresa de los espectadores extranjeros y de los propios atletas.