Arte y Figura

ARTE Y FIGURA

08 09 23

El Nolo

Continuamos con Libro “Antonio Bienvenida, El Arte del Toreo”, por José Luis Rodríguez Peral

Don Aurelio Pérez “Villamelón”

Aunque la primera función taurina televisada en México fue una novillada nocturna de la temporada 1946, visible en un aparato receptor instalado en el vestíbulo del lujoso Hotel del Prado, no fue sino hasta los primeros años de la década de los cincuenta que el espejo mágico, como acostumbraba a decir el locutar Pedro de Lille, empezó a hacerse presente en las salas de los hogares mexicanos.

 En torno a la pequeña pantalla se organizaban reuniones familiares para asistir desde lejos a espectáculos de box y de lucha libre, los cuales cobraron inusitado auge en esta iniciación de lo que ha llegado a ser un rito omnipresente. Las corridas de toros, claro, también se televisaban, pero los auténticos aficionados no claudicaban de sus costumbres frente al modernismo, y no cambiaban la emoción de estar sentado en un tendido por la comodidad de su casa.

 Sin embargo, después de la corrida, una forma de seguir alimentando su pasión era ver a los toreros que acababan de actuar al ser entrevistados por un cronista joven y entendido, simpático y veraz, que no obstante ser un gran aficionado que empezó a ver toros desde la niñez, escogió el modesto seudónimo de “Villamelón”.

 Eran los tiempos en que la XEW, voz de la América Latina desde México, se enriquecía con la evidente fuerza de la imagen, y su conductor, Don Emilio Azcárraga Vidaurreta, escogía los mejores hombres para lograr lo que ha sido una revolución en las costumbres.

 Aquel joven cronista, amante siempre de la fiesta, lo mismo entrevista a las figuras del toreo que daba consejos a algún imberbe estudiante, un poco despistado, que soñaba con la alternativa en vez de obtener el título de ingeniero.

Continuará… Olé y hasta la próxima.