ARTE
Y
FIGURA
POR “EL NOLO”
Continuamos con Libro “Antonio Bienvenida, El Arte del Toreo”, por José Luis Rodríguez Peral
Eloy Cavazos
Igual que el espectáculo teatral puede dividirse en dos grandes especies, el drama y la comedia, así los toreros que han hecho historia interpretan al toreo como un drama, o bien como un animado juego.
En ambos casos el público debe tener una participación activa, ya sea para inquietarse con el drama de alguien que encuentra su destino, o bien para disipar sus preocupaciones en un pasatiempo que mucho tiene de orgía. El toro, protagonista indispensable, es la victima propiciatoria para que los asistentes alcancen un estado de ánimo que solo la representación taurina puede ofrecer, aunque sea solo muy de tarde en tarde, y se requiera para entrar la gran capacidad de emoción de los pueblos hispanos, o grecos romanos, si nos vamos atrás en la historia.
De este modo Eloy, como “Chicuelo”, Pepe Luis o Manolo González, pertenece sin duda al genero del toreo alegre y variado, pero no menos conmovedor que el toreo trágico de “Manolete” o Silverio. Un niño que toreaba fue Eloy en sus principios, pero su arte jamás abandonó el carácter festivo. Un gran valor puesto al servicio de una multitud que desea pasar una sobremesa digna de un emperador romano.
Ese es Eloy. Girando en un molinete o dando un pase de rodillas, pasándoselo por abajo o saliendo rebotado de la estocada, siempre respondió a las expectativas de grandes muchedumbres que siguen los más íntimos sentimientos de un pueblo, nacidos quien sabe dónde, hace muchísimo tiempo, pero presentes cada tarde en los ruedos del mundo. ¡Ora mi raza, que ahí viene Eloy!
Continuará… Olé y hasta la próxima.