Arte y Figura
Por El Nolo
Continuamos con Libro “Antonio Bienvenida, El Arte del Toreo”, por José Luis Rodríguez Peral
Alfonso Ramírez “Calesero”
El lunes 1º. De mayo de 1933 debutan en El Toreo un joven novillero que apenas 8 días antes había vestido de luces por primera vez en la capital provinciana de su nacimiento: Aguascalientes.
Aun cuando no pudo matar a su novillo de Peñuelas, desde luego demostró, sobre todo con el capote, unos aires extraordinarios de finura y elegancia. En las temporadas novilleriles siguientes, es siempre el más artista, pero nunca el máximo triunfador. Otros, como Juan Estrada, “Chicuelin” o Gregorio García, animan mucho más el ambiente de aquellos años con sus alardes de valor, mientras él logra mantenerse con detalles solamente.
Llega el año de 1939 y su destino lo pone frente al novillo “Jardinero”, de San Mateo, con el cual por fin se decide y le da una lidia completa. Cuando lo arrastran al desolladero, “Calesero” va y deposita un ramo de flores sobre sus restos, un gesto tan torero como los faroles invertidos o la “caleserina”, quites con los que rendía a las multitudes.
Garza le da la alternativa con estas palabras: “ya eres matador de toros, a ver cómo te portas, que esto no es mil sobre hojuelas”. Vienen temporadas de gran auge para otros toreros, en las que él torea bastante por los estados, pero sólo una o dos corridas en la capital. Artista siempre, la gente espera el lance que ha de ser el adorno de una tarde, pero no es la base de los carteles.
Llega el día de navidad de 1950, en el que puede comprobar cuán ciertos eran los términos usados por Garza al darle la alternativa bastantes años antes. En Guadalajara, “Trianero” de Mimiahuapan, lo prende por el cordón que amarra los machos de la taleguilla, que por desgracia no se rompe, y con el otro pitón le asesta 7 cornadas. Entra a la enfermaría arrojando sangre por todas partes. Sintiendo la muerte, surge de su corazón el valor heroico que todos los toreros llevan dentro. Para librarse del “shock” traumático, pide un coñac y un puro. Al reaparecer, tiempo después, se juega la vida todas las tardes, con tanto o más garbo que antes.
Se convierte en gran figura. No hay quien pueda con él. Se retira en la cumbre, lleno de gloria y popularidad. Ese es “Calesero”. El Poeta Torero.
Continuará… Olé y hasta la próxima.