Nos encontramos con el profe Enrique en la Av Morones Prieto, frente a las oficinas de la liga, un tanto sorprendido, triste tal vez, quien nos señalaba el desastre que se había presentado.
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Por ahí le acompañaban algunos de los trabajadores, como Lorenzo González, Olga Solórsano, Juanita, Salvador, Gloria, quienes no dejaban de expresar su pesar por la tragedia.
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Y todos con voz entre cortada se preguntaban ¿y ahora qué sigue, qué va a pasar, con las instalaciones, con las oficinas, con el trabajo de todos los empleados quienes de ahí sacaban el sustento diario de la familia.
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El profe Enrique trataba de tranquilizar la situación, “vamos a ver qué nos dicen las autoridades, que haremos, no se preocupen, hay que tomar las cosas con calma”, decía.
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Bajaba lentamente a ver el estado físico que guardaban las oficinas de la liga, se abría paso a como podía y en verdad el panorama era desolador, el lodo estaba a metro y medio de alto, todo estaba completamente destruido.
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Lo que le tranquilizaba en algo, que el día previo al huracán se había pagado la nómina de todos y cada uno de los trabajadores, lo que ayudaría siquiera a pasar algunos días tranquilos.
-o0o-Pero en las oficinas, los archiveros estaban destuidos, igual la papelería y algunos 15 trofeos que resguardaban en las instalaciones estaban completamente destruidos.