Esa ausencia de comunicación entre las ligas con la Asociación de Nuevo León fue determinante para que nuestro deporte se mantuviera a la baja constante, al grado que ni siquiera se organizaban Estatales, ni mucho menos se acudía a los Nacionales.
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Tan patética se presentaba la situación, pues aún y tener varias ligas afiliadas, estas no pagaban, ni se les exigía su pago por el registro, aunado a la falta de patrocinios y el poco apoyo del gobierno del estado no alcanzaba “ni para un café”.
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De hecho cuando empezaba el movimiento, preguntamos a los presidentes de varias ligas si se encontraban afiliadas y respondían afirmativamente, pero no se encontraban al corriente con sus obligaciones, en especial en el pago de cuotas.
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Las ligas deseaban levantar el nivel del futbol en el estado y poco a poco se fueron agregando más y más organismos, los cuales llegaron a contarse con más de 50, de las casi 60 que se tenían detectadas en todo Nuevo León.
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Luego de varias charlas entre ellos, acordaron estrategias, objetivos y se presenta una comisión en el tercer piso del edificio del mercado Colón, donde se encontraban las oficinas de la Asociación, con el fin de charlar con don Raúl Torres Cázares.
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Ahí se le cuestionó por la situación tan pobre que tenía la Asociación y el futbol amateur en general, a lo que don Raúl acusaba al poco apoyo de las ligas, falta de patrocinios y poco presupuesto del estado.