Siempre que llegábamos a la cancha del Club Palmeiras, por Av Las Tores, en San Nicolás eramos bien recibidos por el profe Martín Adame, persona sencilla, agradable y dispuesto a la charla.
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Platicaba con entusiasmo su amor al futbol infantil y juvenil, al igual que en la femenil, pues lo sentía en el alma ese cariño a sus equipos, a los pequeños a quienes impulsaba siempre a dar todo dentro del terreno de juego.
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Ocasiones diversas hubo que nos charlaba con algo de sentimiento la ingratitud que recibía por parte de las autoridades deportivas nicolaítas, donde mencionaba que al dirigir a varias selecciones, demostró su trabajo con la obtención de varios títulos.
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Pero fue cuestión de los cambios administrativos, cuando un día simplemente fue relegado, “y ni las gracias me dieron”, nos confesaba, donde incluso y a manera de consuelo ratificaba el error cometido con su persona, ya que los resultados positivos vinieron a la baja.
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Estas historias se repiten una y otra vez, no solamente en el deporte, sino en diferentes actividades relacionadas con las autoridades, donde la política aflora, antes que la calidad y resultados de las personas.
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Por ello no avanzamos, porque se coloca a elementos a vender aguacates, cuando no saben de aguacates.