Los pines son un elemento imprescindible de los Juegos Olímpicos desde hace años, y la caza de pines una actividad por derecho propio. RFI habló con algunos coleccionistas.
Lejos de la pista, otra maratón se corre: el intercambio de pines, esos pequeños trozos de metal personalizados. Es una disciplina no oficial de los Juegos Olímpicos.
“Lo tengo que conseguir”
“Veo cuáles son los pines más bonitos. Entonces identificamos a la delegación, y “te cambio un pin”, y te dicen si sí o si no”, explica a RFI Ariel Vargas, entrenador del equipo de boxeo de México.
Tienen un alfiler para ser lucidos en la cinta de la acreditación. “Son los de China, Jamaica, desde luego México, y uno de Irlanda que me gustó mucho. Pero de China hay tres o cuatro de estos grandes, ya tengo tres, sólo falta uno, lo tengo que conseguir. Pero me los quito por el peso, no voy a andar así, ya tengo arriba de 30”, se ríe.
“Traductor o señas”
Otro asiduo coleccionista es el dominicano Julio Oliverato, entrenador de lucha. “Aquí estamos jugando, concursando para ver si logramos tener 16 pines. Yo he intercambiado alrededor de 8 a 10 a través del traductor o señas”, nos cuenta.
¿Millones de pines? Es imposible calcular la cantidad de pines intercambiados en el gran bazar improvisado de París 2024.