Arte y Figura

ARTE

Y

FIGURA

POR “EL NOLO”

Continuamos con Libro “Antonio Bienvenida, El Arte del Toreo”, por José Luis Rodríguez Peral

Jorge de Jesús Gleason

Para finalizar el sepelio del gran Antonio “Bienvenida” en el cementerio La Almudena en Madrid, muerto por una erala al realizar faenas de tienta durante una comida campestre, su hermano Ángel Luis dio un grito desgarrador: ¡viva un torero valiente! En esos terribles momentos, seguramente no pudo decir mas que aquello que le brotó de una manera espontánea, sin pensarlo ni elaborarlo de ninguna manera.

Así, Ángel Luis “Bienvenida”, también famoso matador de toros en la década de los cuarenta consagró al valor como atributo de mayor rango en el arte taurino. Pero si todos los toreros son valientes, hay algunos cuyo desprecio de si mismo frente al toro raya en lo increíble. De este modo, Manuel Domínguez “Desperdicios” para a la leyenda cuando con propia mano se arranca nada menos que un ojo, colgante fuera de su órbita después de una cornada, para regresar a matar al toro sin aquel estorbo.

Victoriano de la Serna se deja herir por su oponente tratando de justificar ante la afición la postura sindical de los toreros españoles en el penoso asunto del veto a los mexicanos. “Joselillo” intenta seguir toreando cuando por la femoral partida se le escapan a choros la sangre y la vida.

Cuentan de “Carnicerito de México” … en fin, para que seguir. Si de hechos de valor se trata, el anecdotario taurino es el más cargado de cuantos puedan imaginarse. Pero faltaba “El Glison”. Un muchacho con sangre sajona, cazador de ballenas, trotamundos y aventurero inalcanzable, que encuentra en el toreo la emoción que le hace falta para vivir.

Estrafalario, no se viste propiamente de torero, sino como el imagina que se vestían los toreros de la época heroica. Tampoco sale propiamente a torear, sino a desafiar a los toros sin importarle llegar al cuerpo a cuerpo prescindiendo del engaño.

Saltaba al toro de salida y luego le ponía banderillas en silla. Pero empezaron a sumarse las cornadas. Una tras otra, y luego las ultimas sombre las cicatrices de las primeras. La tarde de Tlaxcala, por uno de Tepeyahualco, se secciona la femoral y le deja casi inútil una pierna.

Todo con una sonrisa y un aire cordial que nadie resiste. Ese es “El Glison”.

Barroco y valiente. Valiente de verdad. ¡Viva “El Glison!

Continuará… Olé y hasta la próxima.