Los árbitros del colegio de Monterrey debían entregar el lunes las cédulas de los partidos del sábado y domingo, junto con sus respectivos reportes en cuanto a los incidentes que se presentaban en el terreno de juego.
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Pero no solamente era entregar los reportes, ya que tenían la obligación de asistir a la charla que impartía el profe Porfirio Rodríguez Villa, donde se trataban los incidentes que se presentaban durante la jornada anterior.
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Por ello estaban en capacitación constante y gracias a esto, se consideraban y con justa razón, como los mejores elementos del arbitraje en la entidad, con vestimenta impecable, actitud respetuosa y accionar justa.
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Pero, esos encuentros que ya habían trabajado serían cubiertos económicamente y con sus respectivos rebajes, hasta el siguiente viernes, día en el cual tabién recibían las cédulas de la siguiente jornada.
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Los árbitros también requerían ingresos, por ello algunos desertaron y se fueron a formar otros grupos, donde los presidentes de liga les pegaban menos, pero recibían más, es decir, sin rebajes y el mismo domingo, al final de la jornada, lo que llamaba mucho la atención.
-o0o-Por ello fue que empezaron a surgir grupos de árbitros en diferentes sectores de la ciudad, como los casos de San Nicolás, Escobedo, Valle Verde, Guadalupe y los etcéteras.