Futbol Amateur

La jugada estaba cantada, era mucho dinero para equipos de clase trabajadora, por lo cual se les invitó a participar en la nueva liga, denominada Parque Río, en la cual solamente deberían pagar 320 pesos por semana.

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Eso no era todo, también debían cubrir los 800 pesos de inscripción, cuando en el resto de las ligas la incripción constaba de 300 pesos y cien de arbitraje, lo que prácticamente estaba lejos del alcance de la raza de bronce.

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Fue este el motivo principal, para que poco a poco los equipos se extinguieran y donde les dieron el tiro final fue el también cobrarles los 700 pesos por hora, cuando entre semana acudieran a los campos a jugar la clásica cascarita.

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En ese entonces la Asociación de Futbol de Nuevo León era dirigida por el señor Tomás Galarza, quien se quedó estático, sin poder o no querer hacer nada por sus afiliados.

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Se mantuvieron a la expectativa, pues ni las autoridades de gobierno del estado hicieron algo por salvar el patrimonio de la clase trabajadora, el cual fue heredada por don Alfonso Martínez Domínguez, cuando fue gobernador de Nuevo León.