Los directivos mencionados religiosamente acudían a las oficinas para llevar a cabo la organización del torneo y cada cual tenía su misión, donde se llegó a promover todas las categorías desde infantiles, prejuveniles, juveniles, Primera, Segunda, Especial, Veteranos y hasta la femenil.
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Cada directivo tenía una misión y todos ellos la cumplían con gusto, incluso tenían al día su trabajo, pues delegado que acudía para solicitar alguna información era atendido con gusto.
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De hecho cuando llegaban los delegados con el fin de solicitar una aclaración y levantar inconformidad por hechos ocurridos, se le atendía y se escuchaba su versión, con el fin de tener conocimiento pleno y en base al reglamento tomar la decisión más acertada.
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De esta manera los delegados se iban contentos, pues en primer lugar eran escuchados, además de recibir una clara explicación, donde incluso si la decisión era en contra, entendían los motivos y corregían su accionar en próximas presentaciones.
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Se vivía un ambiente de camaradería en el tercer piso del edificio del mercado Colón, sede de la liga Oficial, quienes igualmente compartían espacio con la Asociación de Futbol de Nuevo León.
