Por desgracia, a través de la historia se han dado casos donde se sospecha que en algunas veces se le otorgan anotaciones a quien no corresponde, con el fin de poder llevarse el trofeo como el mejor de los rompe redes, dejando en el camino a quienes en realidad si anotaron los goles y son honestos en su participación.
Para que se presente este acto desleal se necesita de la participación de tres personas, el árbitro, que se deja corromper, o tal vez también derivado que al momento del gol no apunta el nombre del anotador y lo deja hasta el último, abriendo la posibilidad a la mentira.
El capitán del equipo que informa de sus anotadores engañosamente, o bien sugiriendo, billete de por medio, para que apunte los tantos a su goleador.
El capitán del otro equipo, que solo firma la cédula, sin checar resultado, ¡mucho menos si en realidad son los anotadores que aparecen, para con eso hacerse cómplice involuntario de esa actitud deshonesta, que opaca a los verdaderos jugadores que respetan la ley!… ¡Recuerda los triunfos deshonestos son efímeros y tarde o temprano se descubren, en tanto los legales duran toda la vida!
