El Casco, vivió para jugar futbol

Pocos sabían realmente su nombre, si preguntaban por Francisco Gasca, no sabían, pero si mencionaban el apodo de “El Casco”,  todos sonreían y de inmediato lo ligaban con el futbol amateur de la localidad.

El Casco se convirtió en un ícono en la colonia  Independencia, de los primeros en integrar un club de mucha tradición, Pedregal de Occidente, conjunto que escribió con letras de oro su nombre en la historia del futbol amateur de la localidad y donde El Casco estuvo presente.

Servicial, amigo de los amigos, siempre dispuesto ayudar a quien le pedía un favor, un consejo, una orientación, pues aún y ya en la edad madura, seguía disfrutando de lo que más le apasionaba, jugar al futbol,  gran amigo de otro de los grandes, Rosalío Martínez, quien también al formar un equipo del Pedregal, a la hora de integrar el cuadro comentaba, “Aquí está mi Casco y faltan diez más!”.

El apodo deriva que una ocasión le lanzaron una piedra y pegó en su cabeza, sin hacer daño alguno, de ahí que mencionaban tenía un casco, pero era tan enamorado del futbol que, aún y ya en la tercera edad, se levantaba temprano los domingos y recorría las canchas de la CNOP, indumentaria bajo el brazo, con el fin de apoyar al equipo que le faltaran jugadores.

Los equipos rivales lo permitían, pues la idea era jugar, “además ese viejito que nos puede hacer?”, decían, pero luego se arrepentían, pues tenía un fino toque, distribuidor, al estilo Tomás Boy, que después los equipos ya lo buscaban para que les echara la mano, ese era Francisco Gasca, “El Casco”!.