Café Taurino

¡Con el bravo “ferrocarrilero”, mostró Ponce…ser gran torero!

Magnífica entrada y ambiente sabrosamente taurino en la despedida del valenciano

Gilio corta una oreja y muestra creatividad torera

Fatigosa jornada para Sergio Garza por la espada

Por Max Tavares

“Quien mucho se despide, pocas ganas tiene de irse”, recordó Pancho Villamelón, luego de asistir a la Monumental Monterrey, ayer domingo, para disfrutar de una corrida de toros, evocadora del ambiente de feria de San Marcos, del merito Aguascalientes, con excelente entrada: casi lleno en sombra y buena entrada en el tendido asoleado, en una tarde con muy buen clima.

Tales condiciones animaron al valenciano, Enrique Ponce Martínez, para despedirse de la afición regia, al cuajar una excelente faena con la mano diestra, descubriendo con su experiencia de muchos años, el gran temple que tenía” Ferrocarrilero” de “El Junco”.

El toro de imponente presencia le permitió a Ponce ligar tandas de derechazos, combinados con medios muletazos y pasarse la sarga a la zurda y también ligar naturales.

En cada tanda era mejor lo bien toreado y, consecuentemente, la emoción en el tendido también crecía, especialmente, cuando bordó las dosantinas, muletazos creados por Manolo Dos Santos, durante la época de oro del toreo en México, según el desaparecido cronista don Carlos León.

A la hora de la verdad, Ponce planteó y ejecutó un volapié impecable, liando la muleta, la espada en alto, para luego entregarse totalmente a los pitones del toro, toreando a la hora de hacer la cruz y sepultar la espada completa.

El Juez sólo otorgó una oreja, dado que el espadazo terminó un poco caído. Pero el público exigió la segunda, trofeo finalmente concedido por don Antonio Quiroga.

Con su segundo “Ingeniero”, bicho que siempre se le puso por delante, “le hizo la lucha” y, para no enfadar al público, abrevió con otro volapié de excelencia y ser premiado con una oreja.

Esto, no sin antes dedicar el brindis y su actuación al gran torero de Guadalupe, Eloy Cavazos, instalado en barrera de primera fila de sombra, recibiendo ambos una ovación de lujo.

_____P´os ya no me dejó nada que decir, señala Villamelón, y permítame comentar que “ya las despedidas” de los espadas españoles se han convertido en oportunidades para “hacer la América” en nuestro México lindo y querido, toreando por aquí, por allá y, desde luego, llevándose algo que les encanta: llenar las espuertas de dólares, porque ya lo señalaba Sancho Panza, cuando fue gobernador, y su médico no le dejaba comer: “oficio que no da de comer a su Amo…no vale dos habas…”

Total, mi estimado incomunicador universitario y pícatelas del México de la 4T y la “modernización de la fiesta”, que Arturo Gilio, también exhibió gran creatividad con el capote, y una técnica sobria para ejecutar el buen toreo con la muleta, para cortar una oreja.

Sergio Garza, excedido de valor y entrega, recibió más avisos que ovaciones por su deficiente técnica para ejecutar el volapié o las estocadas a un tiempo, circunstancias difíciles que el público advirtió piadosamente.

Sumariamente, la tarde fue de Ponce, dada una carrera profesional que ha incluido casi diez años consecutivos toreando cien festejos anuales en plazas españolas y francesas. Y los nuestros, escasamente llegan a 25, porque “toreamos, tarde, mal y nunca…” ¿Le seguimos o ahí la dejamos…”

_____Mejor ahí déjalo, Pancho y mejor digamos ¡Viva la Fiesta de los Toros…! Pero, a la antigüita, ¡como tú lo señalas…!