Arte y Figura

El Nolo

Continuamos con Libro “La Tauromaquia en México” por Antonio Navarrete.

Joaquín Rodríguez “Cagancho”

Otro sevillano, este de raza gitana, entra a formar parte de la terna de toreros andaluces que en México han alcanzado el máximo cartel, al extremo de contarse en su historia taurina como figuras irremplazables.

A partir del toro de su debut, “Polvorín”, de La laguna, “Cagancho” demuestra la majestad y la indolencia propias de su raza, que entusiasman a los aficionados mexicanos más que ninguna otra parte. Esto ocurre en diciembre de 1928, y desde entonces hasta 1936 viene al país cinco veces, contratado, siempre en las mejores condiciones que torero alguno haya logrado.

Después, cuando en 1944 son reestablecidas las relaciones taurinas con España, es “Cagancho” el primero en partir plaza en México, con su aire faraónico e indiferente, espectáculo que según voz unánime desquitaba el precio de la localidad.  Luego, sus lances a la verónica, y sobre todo sus medias muy templadas, toreando de frente con los pies juntos, le eran muy celebradas.

Cuando estaba de vena, inauguraba sus faenas con monumentales ayudados por alto, y solía terminarlas con medios pases y toreo por la cara, antes de entrar a matar con un temple y un estilo que en México no se le ha visto a ningún otro.

Pero de la misma manera que obtenía grandes éxitos, sus fracasos eran estruendosos y tanto o más comentados que sus tardes de fortuna.

Avisos, toros vivos y cojinazos, no le hacían perder la actitud de lo que siempre fue: un gran señor de los ruedos.

Aquí contrajo matrimonio por última vez, ya bastante mayor, y aquí reposa para siempre, suponemos que con igual o mayor gusto que durante las épocas en que pudo realizar uno de sus más preciados anhelos: no levantarse, por ningún motivo, antes del mediodía.

Continuará… Olé y hasta la próxima.