“EL NOLO”
Continuamos con Libro “La Tauromaquia en México” por Antonio Navarrete.
María Aguirre “La Charrita Mexicana”
Era una niña adiestrada en las suertes hípicas de los circos. Con solo 15 años conoce a Timoteo Rodríguez, acróbata de trampolín que de un salto caía parado sobre el lomo de un caballo que pasaba corriendo. Además, era torero improvisado en una mojiganga, al lado del hermano de la frágil amazona, llamado Francisco Aguirre “El Gallito”. Este último más versado en materia taurina, de modo que cuando María y Timoteo contraen matrimonio, deciden los tres organizar una cuadrilla que incluya el toreo a pie y a caballo.
Tienen mucho éxito y llenan las plazas del norte, donde cada vez adquieren mayor cartel. No obstante, su objetivo es torear cuanto puedan, pero teniendo siempre como meta a la capital, donde se encuentran la gloria y la fortuna autentica. Él es valiente y gran matador. Auxiliado por su cuñado, va aprendiendo con rapidez los secretos de la lidia. Ella, monta en silla inglesa para dama, esto es, con pierna derecha flexionada sobre una pieza de la montura, aunque con riendas y freno mexicanos.
Su especialidad es poner banderillas a una mano, utilizando la modalidad conocida como a la media vuelta, pero frenando el caballo un instante al tiempo de la reunión, lo que le comunicaba una gran emoción a la suerte.
En 1895, cuando su esposo muere en Durango cuatro días después de recibir una cornada, ella contrae matrimonio a los pocos meses con otro espada, necesario para continuar su vida difícil pero llena de emociones. Se trata del torero cubano José Marrero “Cheché”, que también es víctima de un toro en Ciudad Jiménez, Chihuahua. Esta segunda tragedia taurina tampoco logra arrendar a la valiente “Charrita”.
Sigue toreando a caballo por su propia cuenta, ya sin cuadrilla. Contrae nupcias por tercera vez, ahora con un apacible tendero de nacionalidad española llamado Francisco Alonso.
Por fin consigue torear en la capital. Lo hace en la Plaza Chapultepec en 1903 y 1904, en una plaza improvisada en Mixcoac en 1906 y llega a El Toreo en 1917. Se retira en 1921. Muere casi centenaria en la Ciudad de México, llena de recuerdos y nostalgia, pero siempre feliz. Alcanzó la gloria, pero no la fortuna. Supo de las satisfacciones de la lid, pero muy poco de la buena vida que proporciona la holgura. Sin embargo, pocos podrán decir con mayor justificación que en esta vida solo tuvieron la satisfacción de haberla vivido.
Continuará… Olé y hasta la próxima.