El Nolo
Continuamos con el Libro “La Tauromaquia en México” por Antonio Navarrete.
El toro parchado
Entre las suertes nuevas surgidas en las corridas de toros organizadas tanto para el lucimiento de la hidalguía española como para el regocijo popular en la Nueva España, figura el de pegar parches a los toros bravos, cosa que lograban sólo los mozos más ágiles y arrojados.
Cuando conseguían medio cegarlo con un parche en la cara, un aprendiz de matador podía tomar ventaja para darle muerte a pie o a caballo, o bien que algún otro se decidiera al juego únicamente en esas circunstancias, siempre que formara parte del grupo selecto que podía bajar al ruedo.
Al paso del tiempo, empezó a hacerse notar la necesidad de hombres tan valientes como para enfrentar a los toros, pero además adiestrados en la lidia, de acuerdo a un código de honor establecido.
Tomás Venegas, “El Gachupín Toreador”
El espectáculo taurino empieza a dejar de ser una muestra gratuita de valentía y regocijo popular, para convertirse en un negocio.
De este modo, el Virrey Marqués de Croix, que llegó a sus dominios inesperadamente y mandó suspender las corridas que se organizaban en su honor, para ahorrar gastos, solo tres años después cambia de opinión y sugiere al Ayuntamiento la organización de una temporada de doce corridas, a fin de procurarse fondos para la realizar mejoras en la que empezaba a llamarse la Ciudad de los Palacios.
Fueron adquiridos nada más que 200 toros de dos ganaderías: “Yerege”, propiedad de Don Francisco Retana, y la de Don Julián del Hierro. Primer espada: Tomás Venegas, “El Gachupín Toreador”, que por entonces ya había conseguido fama de diestro valiente y habilidoso para matar toros a pie. Fue torero de cartel durante muchos años.
Segunda espada: Pedro Montero. Entre los banderilleros: Julio Figueroa “El Loco” y Juan Esteban González “El Calacuaya”.
Entre los picadores, junto a nombres de filiación netamente peninsular, como Manuel Franco “El Jerezano”, que también era rejoneador, y Cristobal Díaz “El Andaluz”, otros surgidos en la Anáhuac conquistada: Felipe Herández “El Cuate” y Felipe Paredes “El Tejón”.
Continuará… Olé y hasta la próxima.