POR “EL NOLO”
Continuamos con Libro “Antonio Bienvenida, El Arte del Toreo”, por José Luis Rodríguez Peral
David Liceaga
De corta estatura, pero de gran corazón. Torero donde los haya, el pequeño gigante de los ruedos se caracterizó siempre por la decisión que demostraba tanto para vencer a los toros como para superar las demás contingencias de la vida, que no hay quien se libre de ellas.
Con las banderillas en la mano, quizá no pueda encontrarse otro en la historia tan variado y completo. Acostumbraba clavar tres pares diferentes, uno modificando el viaje del toro de afuera hacia el tercio, otro cuarteando de poder a poder, y el último al cambio, cerrado en tablas.
Cuando un toro le apretaba demasiado en el segundo de ellos, en vez de tratar de ganarle la cara corriendo más rápido se paraba un momento, el toro rectificaba su embestida, y él entonces le ganaba la cara fácilmente, levantaba los brazos e igualaba el par, siempre en lo alto.
Es de los pocos banderilleros que, como Gaona, tenía el don del temple durante el segundo tercio. “Chicuelo” le da la alternativa en El Toreo al empezar el año de 1931. El 8 de febrero se organiza la monumental corrida de la oreja de oro con 3 ases españoles: “Chicuelo”, Marcial y Manolo “Bienvenida”; Pepe Ortiz, en su apogeo, y 4 jóvenes matadores en el momento crítico de disputarle a los ases la atención del público: Carmelo, Balderas, Heriberto y Liceaga. Encerrados 8 cromos de La Laguna, que van saliendo bravos y nobles. Todos están bien, pero Manolo “Bienvenida” tiene una actuación redonda que le vale los máximos trofeos.
Heriberto se va a la enfermería cuando es alcanzado al intentar un galleo con las banderillas. Sale el último de la tarde para Liceaga, quien está bien con el capote y superior, como siempre, en el segundo tercio. Con la muleta realiza una faena izquierdista. Con la espada echa el resto. Cuando mata recibiendo, parece increíble que el pequeño David hubiera logrado arrebatar el trofeo a uno de los gigantes de la época de plata del toreo, el sevillano Manolo “Bienvenida”. Luego con varia fortuna, pero batallador siempre, va disputándoles las palmas a todos los toreros de su tiempo, durante una dilatada trayectoria profesional.
Los nombres de los toros como “Afinador”, “Zamorano”, “Cirquero” y “Florista”, quedan en la historia junto al de Liceaga. Se despide al lado de “Manolete”, Silverio y Don Álvaro Domeq, con toros de Coaxamalucan, ya en otra época del toreo.
Continuará… Olé y hasta la próxima.